El concepto barroco implica un estilo artístico y una época, aunque en la actualidad tiene connotaciones más amplias. En materia de arte, el término designa al estilo en boga entre el manierismo y el rococó, que adquirió características particulares en las diferentes regiones de Europa y América.

Su origen está estrechamente relacionado con la Contrarreforma en el siglo XVII, momento en el que la iglesia católica recuperó notablemente su poder. Roma se convierte en una importante ciudad a la que continuamente viajan artistas y la Iglesia se interesa en crear, a través del arte, un medio para atraer nuevamente a los creyentes. Surgen así obras de carácter monumental y gran contenido emocional que decoraban iglesias y palacios.

La temática se aboca particularmente a la representación de santos, mártires y de la Virgen María. Las obras son realizadas a partir de pinceladas sueltas, de fuertes contrastes lumínicos o claroscuro (conocido en España como tenebrismo) y de composiciones abigarradas y sinuosas que confieren un movimiento dinámico, enfatizando así una teatralidad determinada a conmover al espectador. A diferencia de los países católicos, en Flandes los tópicos se centran en el retrato, las naturalezas muertas y las escenas costumbristas. Las salas de este periodo se encuentran divididas en Barroco italiano, Barroco español y finalmente Barroco del Norte de Europa; en las obras de cada sala resaltan las características barrocas propias de cada región.

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